viernes, 26 de diciembre de 2008

(Crónica de un regüeldo)

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El avezado Mario creía tener la receta de la risa. Decidiose por gastar una intrépida broma a su amigo Vica. Escondido en la ducha, con la mampara corrida y la puerta del baño cerrada, solicitó los servicios de este para que le frotase esa parte de la espalda a la que no llega uno mismo.
Descubrió Vica la broma para alegría de ambos, y como zascandil que se precie, se dispuso a entrar en la ducha solicitando a su vez los servicios de Jokiñe.
En haciendo sitio a la susodicha, Vica creó nuevo espacio a costa de empujar la manilla del agua que disparose sobre nuestras testas propiciando un remojón de la generalidad de nuestros atuendos. Acontecimiento que Vica aprovechó para hacerse un nuevo peinado a la moda efecto mojado y Mario para ataviarse con un calentito albornoz.
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