jueves, 28 de julio de 2016

(Ficción de aficionados)

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- ¿Qué tal has dormido?
- No he soñado...
- ¿Cómo?
- Que no he soñado.
- ¿Qué quieres decir?
- Pues eso, que no he soñado; tiempo perdido.
- Hombre, has descansado...
- Te tenía a ti a mi lado. Para no soñar habría preferido pasarme la noche en vela mirándote...
- A lo mejor has soñado y no te acuerdas. Eso pasa a veces.
- ...o haciéndote el amor.
- A lo mejor has soñado y no te acuerdas.
- Tanto da. Igualmente tiempo perdido.

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miércoles, 6 de julio de 2016

(Ficción de aficionados)

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Lo que empezó herido de muerte, tiene que ser muerto y enterrado. Pero quizás en algún tiempo, me descubra buscando el Libro de los Muertos. Si lo encuentro entonaré sus rituales más descabellados. Volveré a por ti con el corazón en un puño y entonces, supongo que como siempre, la vida me pasará el cargo, con una nota que dice:

De primero tomó decisiones
De segundó fue feliz a su lado
De postre solo licores amargos
Mesa nº idiota

Le gritaré a la vida llorando "¡no es tan fácil! ¡las cadenas pesan!¡yo la amé a mi manera!"

De soslayo medía sonrisa "no me des explicaciones, tu carne, tu polvo, tu alma... ahí tienes la cuenta; ella será siempre otro más de tus fantasmas"


Ay qué vida sería, si no tuviera yo esta cadena...

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martes, 24 de mayo de 2016

(Ficción de aficionados)

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"Aquí, no, espera, aquí..."

Balbuceaba mientras buscaba el deseo y su escondite; el lugar donde supuraba el corazón a lengüetazos, donde antes solía... rozar, frotar, embestir, besar.

Allí abajo había encontrado sosiego contra incertidumbre, energía contra desgana, calor contra soledad, y ni sombra de pecado... por eso lo cuidaba tanto. Por eso -a ratos- lo acariciaba con tanta delicadeza... y -otros ratos- se deleitaba con la suerte de contorsionismo a la que la sometía.

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martes, 22 de marzo de 2016

(Ficción de aficionados)

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- ¿Por qué escribes? Háblame de eso. 

- Verá doctora, porque me gusta, me relaja... -pasaron apenas unos segundos- ¿sabe que? Me gusta, pero no me relaja. Es más bien lo contrario. Es excitante, me mantiene pegado a la silla. Me pone. Ahora que lo pienso es onanismo puro. Es intrascendente y placentero. Y así como el sexo consiste en darle placer al otro, yo escribo para darme placer a mí mismo; me masturbo. Quizás para los grandes sea sexo. Quizás Vargas Llosa, cuando se sienta a escribir, piense: voy a escribir una delicia, voy a hacerle el amor a millones, voy a follarme millones de mentes. O quizás no, quizás su sensación al sentarse frente al folio en blanco sea exactamente la misma que yo siento. Quizás se sienta y se hace la paja más obscena que imagina con la gran diferencia de que su semen es un néctar delicioso, materia prima con la que se fabrica un best seller, quien sabe... 

Me miraba atónita y yo no entendía por qué. Vale que soy un poco directo pero una psiquiatra tiene que haber oído cosas peores. Se apresuró a continuar con alguna pregunta. 

-¿Qué escribes? ¿Ficción?

- Sí -pensativo-. bueno no. No necesariamente. 

- ¿Vuelcas tu opinión en lo que escribes? ¿Te descargas?

- No no -pensativo de nuevo-. O sí, la verdad es que no lo sé. Depende del día

-¿...

- Ya se lo he dicho doctora. Me masturbo. Hablemos de otra cosa.

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miércoles, 16 de marzo de 2016

(Ficción de aficionados)

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Planeaba enamorarme de un alma. Abstraerme de lo físico. Quitarle la ropa que la viste y bucear en ella hasta llegar a su esencia. Pero suele ocurrir que es mucho más fácil que el alma se desnude a la par que se desnuda el cuerpo. Suele ocurrir que se bucea, casi simultáneamente en este y en aquella, sin poder diferenciar a que ámbito pertenecen las aguas. 

Esto amigos míos, si bien divertido, acaba resultando harto confuso. 

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miércoles, 24 de febrero de 2016

(Ficción de aficionados)

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Debería sentirme orgulloso, pero ni pizca de eso en mi macedonia de sentimientos. Afuera, llovía. Y dentro también llovía, el cielo se desbordaba dentro, y tronaba.

El deposito del coche estaba lleno. El mapa no tenía ruta marcada, solo algunas ciudades a las que había pensado ir. Algunos sitios en los que pensé que estaría bien hacer no sé que cosas.

Y en cambio ahí estaba yo, conduciendo por una carretera a ninguna parte (no me entiendan mal, todas las carreteras llevan a algún sitio) con la extraña sensación de estar parado en el arcén.

El coche se movía, pero la capa de agua que resbalaba por el parabrisas me separaba de nuestra dimensión para llevarme a otra, muy lejos de esta. Ambas se entrecruzaban solamente cuando llegaba a ese sitio al que quería llegar, a hacer esa cosa que pensé que estaría bien hacer (y luego no tanto) para luego divergir hasta la próxima. ¿Acaso no es absurdo? La vida en sí, me refiero... vivir intentando agarrar hitos mientras la jodía de ella se escapa entre los dedos descojonada de la risa.

El placer de hacer las cosas bien -como dictan en la autoescuela- no vale nada si lo comparas con el placer de hacer las cosas mal a sabiendas: conducir haciendo eses en una recta enorme cuando no viene nadie, acelerar por encima del límite, sacar la cabeza por la ventanilla... Paró de llover y aproveché para hacer esto último.

Al principio lo disfruté, pero pronto, el viento en la cara, me arrancó las lágrimas que yo era demasiado hombre para dejar caer. Cerré las ventanillas y me puse a gritar a mares. Fui desgarrando uno a uno todos los sonidos que existen hasta que me quedé sin voz...

Miré el móvil de nuevo. Y nada. Así que simplemente me limité a seguir conduciendo.

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