martes, 22 de marzo de 2016

(Ficción de aficionados)

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- ¿Por qué escribes? Háblame de eso. 

- Verá doctora, porque me gusta, me relaja... -pasaron apenas unos segundos- ¿sabe que? Me gusta, pero no me relaja. Es más bien lo contrario. Es excitante, me mantiene pegado a la silla. Me pone. Ahora que lo pienso es onanismo puro. Es intrascendente y placentero. Y así como el sexo consiste en darle placer al otro, yo escribo para darme placer a mí mismo; me masturbo. Quizás para los grandes sea sexo. Quizás Vargas Llosa, cuando se sienta a escribir, piense: voy a escribir una delicia, voy a hacerle el amor a millones, voy a follarme millones de mentes. O quizás no, quizás su sensación al sentarse frente al folio en blanco sea exactamente la misma que yo siento. Quizás se sienta y se hace la paja más obscena que imagina con la gran diferencia de que su semen es un néctar delicioso, materia prima con la que se fabrica un best seller, quien sabe... 

Me miraba atónita y yo no entendía por qué. Vale que soy un poco directo pero una psiquiatra tiene que haber oído cosas peores. Se apresuró a continuar con alguna pregunta. 

-¿Qué escribes? ¿Ficción?

- Sí -pensativo-. bueno no. No necesariamente. 

- ¿Vuelcas tu opinión en lo que escribes? ¿Te descargas?

- No no -pensativo de nuevo-. O sí, la verdad es que no lo sé. Depende del día

-¿...

- Ya se lo he dicho doctora. Me masturbo. Hablemos de otra cosa.

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miércoles, 16 de marzo de 2016

(Ficción de aficionados)

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Planeaba enamorarme de un alma. Abstraerme de lo físico. Quitarle la ropa que la viste y bucear en ella hasta llegar a su esencia. Pero suele ocurrir que es mucho más fácil que el alma se desnude a la par que se desnuda el cuerpo. Suele ocurrir que se bucea, casi simultáneamente en este y en aquella, sin poder diferenciar a que ámbito pertenecen las aguas. 

Esto amigos míos, si bien divertido, acaba resultando harto confuso. 

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