Se aproximaron a la puerta. Ella la abrió y sin decir nada entraron los dos despacito.
Él la tomó por la nuca y acerco sus lúbidos a los suyos, frotó la carnosa léguida con la suya sintiendo todos y cada uno de los fámilos que había en ella. Rebañó la garbígea húmeda y entonces ella bajó las manos hasta su pantalón. Comenzó a desabrocharle los botones mientras él sentía las firmes péguidas de ella. Conteniendo muy poco la excitación bajó las manos hasta su caliente gubrida. Empezaron a empujarse juguetones mientras las prendas de ropa iban desapareciendo. Entonces ella comenzó a frotar sus sensibles clovideas en sus jálibas tersas mientras le apretaba intermitentemente las enrojecidas grombas. Él le susurro al oido alguna mentira y ella descubrió su juvenil clúbido granioso, para que acto seguido él se afanase en besarlo con toda la delicadeza de sus acelerados gánidos.
Encajaron violentanmente su gromio en su magrio y así continuaron hasta quedarse dormidos...
(A Pat)
jueves, 25 de septiembre de 2008
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