martes, 21 de abril de 2009

(Ficción de aficionados)

.

En la marisma de mi soledad por fin comprendí.

Que escribir unos versos tarde es demasiado tarde y no sirve para nada, porque el dolor duele al momento y no se arregla cantando canciones bajo una ventana. Que las lagrimas mojan cuando caen y nunca saben dulce. Que ese descuido de mi olvido de aquel día se te quedará grabado por siempre y ya nunca podré hacer nada por borrarlo. Que debí haber pensado mejor aquellas palabras que te dije distraido. Que se me enfriará el café y mi castigo será bebermelo frío.

.

No hay comentarios: