miércoles, 15 de abril de 2009

(Ficción de aficionados)

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¿De que coño vas con esas pintas de madame guapa? Con ese brazalete de luto que parece el esputo del viejo Clint. Eres una hortera saltinbanqui que pasa cerca de tranqui cuando se me incha la soberbia y algun que otro recipiente donde resumo el "echar pa' alante" y el "no me pises" caradura, que de las vueltas de una mala reyerta acaricie la locura de Don Quijote. Y ahora te juro que si estás ahi más nos vale que me admires como cáliz de Cristo, que te acerques en un visto y no visto a ronronearme al son de placeres, cual jaco que pasa de puntillas por mis venas, cual abrazo firme de Judas, una condena. Ay pequeña señorita de esparto, habitante de un último cajón, de un último vagón, del asiento del copiloto que no tiene cinturón ni airbag, ni noches con estrellas, y es que nadie se las enseña por menos de un real y una real mamada. Que se te levante más la barbilla, que se te acorte más la falda y que te explote tu perfecta sonrisa, meciendo en la suave brisa, todo una nieve de trocitos de tus dientes. Asi quizás apoyes los pies en la tierra, y de derramar una lágrima descubras que te hiciste mujer hace tiempo, que nadie te aviso en su momento, y que ahora estás sola y perdida, al albor de tu vida, con ticket de ida y sin asiento.
Y amén que así sea.

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