miércoles, 19 de noviembre de 2008

(Ficción de aficionados)

.

La última luz de la tarde se colaba entre la persiana. De fondo, Sabina pisaba el cielo de Madrid en un vuelo regular, justo antes de que Ana Belén diese órdenes a un joven maestro al piano.

-¡Antonio flores!
-¿Qué? No. Antonio Flores esta sobrevalorado- dijé solo por el placer de disfrutar derribando mitos, derribando sus mitos-, dime canciones suyas que no sean "Pongamos que hablo de Madrid" o "No dudaría".
-¡Bah! No tienes ni idea.

Paré de liar la marihuana que tenía entre las manos y me detuve a mirarla. Sentada en la silla frente al ordenador, ojeando su lista de canciones. Desnuda, tapada con la sabana a la altura del pecho. Me deleité con los dibujos que la luz que entraba imprimía en su espalda. Me miró y me reí de ella.

-¿Quieres hacer el favor de vestirte?
-¿Por qué? Estoy agusto así- verdaderamente lo estaba; a medio tumbar y apoyado en la pared, con mi codo clavado en la almohada-. Venga, ponme una canción de Antonio Flores y ven aquí conmigo. Si me gusta quizá te deje fumar.
-¡No vale! ¡Si te gusta de verdad, tienes que decirlo!. ¡Y fumaré de todas formas!- se acurrucó a mi lado.
-No, solamente si me gusta. Y si no me gusta me harás el amor, ¿de acuerdo?

Fumamos largo y tendido, después hicimos el amor entre niebla de marihuana y fue perfecto.

...no sé por qué, dos cometas se convirtieron en dos ojos negros. Tan bonita, tan morena, tan gitana como era...

...

Cuando me desperté a la mañana siguiente, ya no quedaba nadie; ni Antonio, ni Ismael, ni Joaquín, ni Victor Manuel... Todos se habian marchado a hurtadillas durante la noche.

.

No hay comentarios: