miércoles, 29 de octubre de 2008

(Ficción de aficionados)

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Me "bajo" de ella y me hago con un hueco a su lado. Busco a tientas el paquete de tabaco y el cenicero mientras con la otra mano me seco el sudor de la frente y me aparto el pelo que ahora percibo como asquerosamente sudado. Ella se acurruca a mi lado y me medio abraza en ese intento que tienen las mujeres de alargar el placer en el post-coito. Le pregunto por inercia si le ha gustado y ni tan siquiera escucho como dice que sí como lo dicen todas. Enciendo un cigarro y saco una pierna por encima de las sabanas porque hace un calor insoportable.

Ella que normalmente habla tanto, ahora me mira sonriendo, yo al verla me siento asqueado y la beso esperando que eso colme sus espectativas. Me pide un pitillo y se lo doy gustoso porque me siento mejor si no fumo solo. El rato que dura el cigarro me siento incluso cómodo, sonriente. Cuando ella acaba aparto el cenicero y me meto del todo en la cama. La abrazo para que no pueda ni imaginarse que hace ya mucho tiempo que sé que no debería estar ahi.

...

-¿A dónde vas?
-Voy a vestirme y me voy.
-¿Por qué tan pronto?
-Si salgo ahora todavía puedo llamar a Charly para que me cuele en el concierto.
-¡Pero si no ibas a ir!
-He cambiado de idea ¿te parece bien?. Joder, no sé qué hago pidiéndote permiso. -siento que me he pasado de brusco- Oye, me apetece ir, y tú has quedado dentro de una hora. Aprovecha para recoger un poco, llama a Isa y tomaros un café, yo que sé.- La miro a los ojos con cara de culpabilidad y le acaricio la mejilla. Noto que ella está enfadada.
-Siempre haces lo mismo. Te salen prisas, no estas a gusto, de repente tienes que irte o quieres irte o...
-Oye mira -la interrumpo-, no le des más vueltas de las que tiene, quiero ir a ese concierto y voy a ir. Podemos dejarlo así, te doy un beso y mañana te regalo ese libro de poemas de Lorca y paseamos por el malecón. O si lo prefieres me tuerces el morro, me voy sin despedirme y ya sabremos el uno del otro, como muy tarde la semana que viene.- Entrecruzo sus dedos con los míos.
-No me hables así, sabes que no me gusta -dice herida en su orgullo-. Dame un beso y vete. Pero quiero ese paseo y ese libro.
-Tranquila, los tendrás.
-¡Mañana!.
-Sí- la beso.
-¡Sin falta!
-Sí- cojo mi camiseta y me pongo las zapatillas.
-¡Y más te vale que me llames tú a mí!
-Descuida- cierro la puerta y respiro hondo.

Tras bajar las escaleras del portal de dos en dos descubro que en la calle hace un día magnífico.

2 comentarios:

tOw3r dijo...

algo de autobiografico?

Mario dijo...

nada de autobiografico

weno, quizas lo del pelo sudado

y supongo q esa pequeña parte que nunca se puede evitar

pero en principio no :D