lunes, 4 de enero de 2010

(Basado en hechos reales)

.

Poco a poco nos hacemos mayores, aunque yo prefiero pensar que nos hacen mayores. El engrasado mecanismo de la sociedad nos acaba arrastrando. Nos deslizamos entre los engranajes de un gran reloj creyendo que podremos elegir el próximo giro. Y podemos. ¿Pero de qué sirve poder elegir el próximo giro si no podemos elegir no elegirlo?

En el mejor de los casos no le prometimos a Peter Pan que no creceríamos, sospechando que no podríamos evitarlo. Y ahora él nos mira desde Nunca Jamás como ha mirado a tantos otros. Antes nos veía despertar casi al mediodía, ahora ya estamos despiertos incluso cuando él madruga. Antes nos veía andrajosos y descuidados. ¿Y ahora? Ahora se sorpende cuando observa que nos ha crecido un poco de más la barba. Ya no saltamos en los charcos para pesadumbre de Calvin y Mafalda.

Nos podemos seguir permitiendo el lujo de despeinarnos, eso sí ¡faltaría más!. Pero debemos llevar siempre un peine a mano por si acaso. A la vez es deseable e inevitable que sea así (pobres de los que van siempre despeinados), pero no deja de ser una lástima que escribir en tu blog de cuando en cuando, sea cada vez más de cuando en cuando.

Hay que masticar bien todas las etapas para que no se te vayan atragantando.

.

No hay comentarios: