lunes, 29 de junio de 2009

(Ficción de aficionados)

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Recientemente he aprendido lo que es el relax, y sé que porfín lo he comprendido porque he comprendido que sería incapaz de explicarlo (¡Ánimo valiente!):
Es un sabor a cerveza fría, un olor a hierba seca, una sensacíon de calor solar mezclado con fresco de la brisa, un sonido de conversación y carcajada. Es lo contrario de un reloj, algo parecido a una viñeta. Es el bastón para el anciano y el pintalabios de la quinceañera. Un vaso de leche tibia untada en mil galletas. El olor de un coche nuevo, un despertador que canta nanas, el ondear perfecto de una falda, encender un cigarro con una cerilla muy muy larga, oir tu poesía favorita en voz de Antonio Gala.
En fin, como un dedo que acaricia incansablemente tu espalda.

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