viernes, 5 de junio de 2009

(Ficción de aficionados)

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Perdí mi escaño por una niña de 16 años. Sé que es una locura, que lo tenía todo en esta vida: dinero, una mujer que me quería, dos hijas (la mayor casi de su edad ¡joder!), y aún así no pude evitarlo.

Sé que hay quien piensa que soy un enfermo, que no tiene sentido. Que ella era una niña, que iba a clase, y que teníamos que vernos a escondidas. No es normal, lo sé, no es normal si nos atenemos a lo que la palabra "normal" quiere decir. Pero no quiere decir que esté mal. Para mí no hubo nada más desde que la conocí. Llenó mi vida. Y eso es lo que la gente no entiende.

Me encandilaba su forma de llevar la carpeta, su forma de cargar sobre una pierna mientras fumaba. Su falda de hace unos años, que dejaba a sus muslos insinuarse. Porque ¡joder! también era algo sexual. El psiquiatra al principio pensaba que no, que yo era una especie de Michael Jackson hermafrodita. Pero nada de eso, era algo más parecido a American Beauty. Solo que nosotros si que lo hacíamos, y su boca... dios mío ¡cuanto echo de menos su boca!

Pero lo que más echo de menos es pasarme la tarde entera dándola caprichos, bailando el agua por ella, jugando a ser su juguete. Desnudarla tambien, no lo niego, pero sobretodo mirar directamente a sus gigantes ojos azules...

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1 comentario:

tOw3r dijo...

Esto es apología de la pederastia en estado puro :P