martes, 20 de enero de 2009

(Ficción de aficionados)

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Cerré el paraguas y me dispuse a mojarme. La lluvia caía sobre una ciudad vacía de gente pero llena de coches. El agua empezaba a resbalar por mi cara cuando noté que sonreía como un idiota. Me gustaba estar ahí, mojado, divertido. Mi mirada se perdía en la profundidad de la avenida y me dejé embriagar por ese momento. Era precioso ver como la lluvía simplemente caía, despreocupada, revoloteaba sobre los charcos cuya paz quebraba, revoltosa y segura de sí misma.
Me mantuve suspendido de ese hilo de seda hasta que me dí de lleno contra la realidad. La realidad de que había crecido demasiado, de que todo había cambiado más rapido de lo que yo podia controlar. Lo que antes deseaba con todas mis fuerzas ahora me daba vergüenza. Y me sentí terriblemente pequeño y angustiado. Intenté reprimir aquello que me oprimía muy dentro abriendo de nuevo el paraguas. Pero no pude cobijarme de la gran verdad que me asaltaba, la certeza de que siempre siempre siempre, acaba lloviendo sobre mojado.
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1 comentario:

Riiiiita XD XD dijo...

Hombre hacia tiempo q no pasaba por estos lares! Y m has sorprendido gratamente m ha gustado mucho este ultimo texto!;)