martes, 10 de enero de 2017

(Basado en hechos reales)

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Muy buen truco. Sí señora, muy buen truco.

Cenamos una vez, el uno frente al otro, en esa mesa que solía usar un poco para todo. Tuvimos que despejarla, ponerla en orden, hacer hueco para dos platos, dos pares de cubiertos, dos vasos. Después de que te sentases en esa silla, la pared de detrás no me hace ninguna compañía.

Estás lejos y ahí estás tú cada vez que ceno.

Las escaleras eran sólo escaleras, pero las subí con ilusión durante algún tiempo. Ahora son interminables, cansinas, crujen desesperadas.

Estás lejos y sé que arriba me espera tu ausencia cada vez que enfilo las escaleras.

Antes me gustaba mi sofá rojo Burdeos. Amplio y cómodo. Lo impregnamos de nosotros cada noche. Te fuiste y en algún momento, se volvió rojo carmín sin que me diera cuenta.

Estás lejos y ahí están tus labios cada vez que lo miro.

Hicimos el amor en el balcón en el que fumo. Como dos imanes que se chocan. Como si fuese la primera vez. Ahora odio salir a fumar. Fumo cada cigarrillo pensando en dejarlo de una vez por todas. No lo disfruto, solo me mata.

Estás lejos y esa silla en la que fui feliz es ahora mi silla de tortura.

Pero cometiste un error: mi cama. Nunca despertamos abrazados en ella. Así que cuando me quiero refugiar de tu recuerdo, me voy a mi pequeño cuarto. Me tumbo en la cama. Me hago una bola y me cubro con el edredón. Me quedo horas ahí, sin sacar la cabeza...

...

Espera...

Ok, lo pillo. Muy buen truco sí señora. Muy buen truco.


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